Mahatma Gandhi, cuyo legado recordamos cada año este día, señaló una vez que “la no violencia, para que realmente tenga valor, debe ejercerse ante fuerzas hostiles”. En el mundo de hoy, nos enfrentamos a muchas fuerzas hostiles, a crisis múltiples persistentes que exigen respuesta tanto de nuestros líderes como de nuestros pueblos.
Gandhi comprendió que una idea poderosa podía cambiar el mundo. Sabía que las personas, trabajando individual y colectivamente, podían hacer realidad lo que otros pudieran considerar como sueños imposibles.
Inspiradas por Gandhi, que consagró su vida a la no violencia, las Naciones Unidas luchan hoy por poner fin a la violencia.
Nos esforzamos, por ejemplo, por librar al mundo de las armas de destrucción en masa. Nuestra campaña reciente de lucha contra esas armas y de promoción del desarme tuvo como objetivo concienciar acerca del elevado costo de las armas de destrucción en masa. Gracias a varias iniciativas y reuniones recientes, entre ellas la cumbre que celebró la semana pasada el Consejo de Seguridad para tratar el tema del desarme y la no proliferación nucleares, hemos mejorado las perspectivas de lograr reducciones en los arsenales mundiales.
El llamamiento a la no violencia no tiene por qué referirse solo al uso de armas mortíferas. Las Naciones Unidas y sus asociados a nivel popular llevan mucho tiempo haciendo campaña para poner fin a la agresión que inflige el ser humano a nuestro planeta. Las emisiones de gases de efecto invernadero han sido parte de esa agresión y amenazan ahora con provocar un cambio climático catastrófico. Insto a los activistas de todo el mundo a que intensifiquen sus presiones sobre los dirigentes mundiales para conseguir que finalmente sellen el acuerdo en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que ha de celebrarse en diciembre en Copenhague.